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Mostrando entradas de junio, 2012

Todo, menos la verdad.

A propósito de los post de las últimos días, una cita que reafirma nuestro punto sobre la responsabilidad, el pasado y la libertad: "No podemos cambiar en absoluto nuestro pasado ni anular los daños que nos hicieron en nuestra infancia. Pero  nosotros  sí podemos cambiar,  repararnos , recuperar nuestra identidad perdida. Y podemos hacerlo en medida que decidamos observar más de cerca el saber almacenado en nuestro cuerpo sobre lo ocurrido en el pasado y aproximarlo a nuestra conciencia. Esta vía es, sin duda, incómoda, pero es la única que nos ofrece la posibilidad de abandonar por fin la cárcel invisible, y sin embargo, tan cruel, de la infancia, y dejar de ser víctimas inconscientes del pasado para convertirnos en seres  responsables  que conozcan su historia y vivan con ella. La mayoría de la gente hace justo lo contrario. No quieren saber nada de su propia historia, y, por consiguiente, tampoco saben que en el fondo  se hallan constantemente determinados por ella, p

Tocar un alma

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Un profundo deseo mío es tocar un alma. De sentir su textura y su color, como cuando hay una pieza arqueológica muy antigua y especial en un museo y claramente te dicen "no tocar". No deseo tocarla con morbo, resultado de la inconsciencia de una profanación. No deseo tocarla para consumirla, como tanta gente toca cosas hoy en día no para sentirlas sino para engullirlas, botarlas la basura y buscar, enajenados, la siguiente cosa para tocar y consumir. No, yo no quiero tocar un alma así, no tendría corazón para ello. Yo quiero tocarlas para sentirlas.  Un alma se toca con suma decisión, sin titubeos, pero gentilmente, sin arrebatos ni forcejeos ni coacciones ni chanajes. Es un arte. Para tocar un alma hay que tener sueños y esperanzas, haber luchado y seguir luchando por ellos; llorarlos, dolerse con ellos al desmoronarse, haberlos defendido y por supuesto, convertirlos en realidad, disfrutarlos y, rebosantes de felicidad, haber ascendido al cielo con

¿Quién es la víctima?

Hay una diferencia enorme entre ser sensible y sensitivo y hacerse la víctima, es al mismo tiempo, una distancia sutil, pero contundente, la primera es asumir la verdadera fuerza, la otra despliegue de patetismo, molesta y lastimosa, no es lugar para salir adelante. Pero lo que más molesta aun, es que ambas, sensibilidad y victimización, son tomadas por igual por los machistas e igualmente despreciadas, rechazadas y fuente de numerosas burlas. Ahí, es donde trueno con mis congéneres. Porque fácilmente confunden sensibilidad ante el mundo, ante los demás, con hacerse la víctima: perdón, pero pobres ciegos, temerosos de ver reflejados sus propias sensibilidades en las ajenas y cobardes, no son capaces de asumirlas, sino que las ridiculizan: “eres un chillón”, “¿qué, estás menstruando?”, “Pareces vieja” (nótese el profundo sentido misógino de las frases, por cierto).  Ah, qué poca falta de criterio, qué inteligencia tan mal intencionada y obtusa, que miopía

Los derechos humanos y la homosexualidad.

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Felicito ampliamente a todos aquellos activistas y personas que sin pertenecer a ningún movimiento por sus contribuciones a la creación de una sociedad basada en el respeto a los derechos humanos. Antes que cualquier orientación sexual o religión está lo humano, como cada quien tiene la libertad de pro fesar o no alguna religión, no podemos aplicar los mandatos ni reglas morales de una a otra. Eso es una agresión. Por eso los derechos humanos nos dan reglas comunes de respeto y dignidad más allá de creencias individuales, son la última garantía de convivencia.  Alguien que dice profesar el amor al prójimo, pero no respeta sus derechos humanos, como la libertad, la educación, la información, el ser protegido por la ley, está en una profunda contradicción con los preceptos de su religión. Alguien que profesa el precepto ama a tu prójimo como a ti mismo es en estos lugares donde pone esa convicción a prueba. ¿Sólo se puede amar a los que profesan su misma religión y só

Los Hijos del Aire

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Los flujos del Viento son insondables, inescrutables y casi inenfrentables. Casi. Pero he ahí que hay quienes contra toda posibilidad se levantan contra tales flujos y logran lo imposible: crear su propio flujo y moviéndose entre las corrientes y vendavales aprenden a navegar en las poderosas corrientes inmemoriales del Viento. Pero, ¿cómo es que se remontan los Flujos del Viento? ¿se requiere de algún tipo de nave o transporte? ¿mediante algún dispositivo o artificio del ingenio? ¿Es a través de algún conjuro o arte de hechicería? ¿Es guiado por algún ser divino? ¿Se aprende de algún diestro y experimentado jinete de torrentes temporales? No lo sabemos con certeza. Parece ser que pueden ser todos esos y más. Cada Jinete del Viento encuentra su propio modo de remontar los cielos. Los aviones, los paracaidas, los parapentes, tantas formas del ingenio humano son formas admirables de querer conquistar los cielos, pero esa, esa precisame