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Mostrando entradas de agosto, 2012

Se buscan personas exitosas

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"El planeta no necesita más personas "exitosas". El planeta necesita desesperadamente más personas que cultiven la paz, personas que ayuden a sanar y rehabilitar, que narren historias y den amor en todas las formas posibles. Necesita gente que viva de forma significativa en sus lugares de origen, con coraje moral, dispuestos a luchar por un mundo más habitable y humano; y estas cualidades, tienen muy poco que ver con el éxito tal como lo entiende nuestra cultura actual." Tenzin Gyatso, El Decimocuarto Dalai Lama.

Mirada de lobo

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La discreción es un don y un arte. Para nosotros los Lobos, es parte de nuestra esencia. Para cazar es necesario ser sigiloso, observador, atento, vigilante, contener la respiración en el preciso instante en que se ha elegido a la presa. Es cuestión de sobrevivencia. Y sin embargo, hay quienes piensan que ser discreto no es virtud, sino evasión. Los lobos poseen una aguda sensibilidad a las emociones. Es más fina, más profunda, más callada. Lo puedes comprobar en su mirada. Intensa, poderosa, insondable. Sin embargo, ni podríamos decir que sean viscerales del todo. Observan, planean, deducen, preveen. No puedes jugar con un lobo, a menos que te hayas ganado su confianza. Es cuestión de naturaleza. ¿Qué no has abierto el corazón alguna vez y sido víctima de la vileza? Se trata de perdonar, pero no de olvidar. Pero los lobos son cariñosos, de pasiones intensas y lealtades contundentes ¿No los has visto retozar con su jauría? ¿No los has visto, amorosos, dedicarse d

En mitad de la Batalla

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Un misterio y un secreto, que intuyo y no comprendo, que se escapa de mis manos y me impulsa a alcanzarlo. Una noche de delirio donde se arremolinan tantas voces, que sólo esperas del sueño el alivio. Una noche de cansancio, de un cansancio muy extraño, cansancio de escuchar, de esperar, se saber, de callar, de elegir, de luchar, en medio de un mundo que no deja de avanzar y de crear más cosas qué leer, qué escuchar y qué repetir como robots cuyo premio por su lealtad es el acallar de la conciencia que reclama una existencia real para no sentirse fuera de lugar. Renuncio a tales anestesias y prefiero tomar la píldora roja, no importa que me traiga dolores y batallas si ese ha de ser el precio de luchar por la verdad de mi alma. Mil veces sudar el fragor de la batalla que quedarme en la perfumada y maquillada falsedad autocomplaciente del cautiverio de la cómoda conformidad de la libertad vendida. Soy un guerrero y no sé de comodidades de ideas ni de soberbias de st