El Corazón del Universo.



El corazón es morada de nuestros más profundos secretos. Unos dirán, a despecho, que es el inconsciente el Guardián de los Secretos, pero ¿qué no es imagen más poética, y por ello quizá más precisa para describir asuntos y cosas arcanas como estas, referirse al corazón como la Morada Última de las ambiciones y deseos más profundos de los hombres?

El corazón es el Pergamino Ancestral donde se redacta el Hilo del Destino, donde cada línea se entrelaza con las Líneas Pasadas y Venideras y se crean nuevas e infinitas líneas cada vez más complejas e impredecibles y a la vez trazadas desde el Principio de los Tiempos. 

El corazón es el Lienzo Interminable donde se entretejen todos los sueños de la Humanidad, los más sublimes, los más humildes, los más oscuros, los más antiguos, los sueños de gloria, los sueños de bondad, los sueños de justicia, de búsqueda de libertad.

El corazón es la Nave Audaz con la que surcamos las Tinieblas de lo Desconocido, en la que nos acompañan dos tripulantes hermanos y opuestos: el Leal Miedo y la Voluntariosa Curiosidad, y ninguna historia de valor contada por cualquier Pueblo, de cualquier lugar y época se ha escrito sin la concurrencia de estos contradictorios mellizos. Su morada está en el corazón y son su compañeros eternos. 

El corazón es el Faro de la Intuición, donde nuestra alma comunica sus temores ante los peligros del camino, que siempre vigilante, nos alerta de las trampas y manipulaciones de los seres extraviados, de los Comerciantes de Emociones, de los Mercaderes de Identidades, de los Traficantes de Deseos.

El corazón es el Recinto Sagrado donde se vierte la materia que da sustancia a nuestra más profunda identidad, que aunque maleable y cambiante, siempre se mantiene igual en su esencia, siendo el mayor deber llegar a contemplar y comprender con ojos lúcidos su rotundidad antes de cruzar las Puertas de la Muerte y el mayor desafío y honor, haber luchado para permanecer fiel a ella, o víctimas de las fuerzas más malignas, ser enajenados de ella, despojados de ella, y volcarnos luego en un frenesí de ideas alienantes de las que queremos convencernos, -convencidos primero- de que son nuestras, y que no son sino instrumentos para someternos a los intereses oscuros de poderes anónimos, pero seductores, que ofrecen mil placeres a cambio de desistirse de permanecer fiel a nuestra esencia; o que nos azotan con mil penurias y terrores en caso de que decidamos continuar la Batalla por la Fidelidad. 

El corazón es la Casa del Cambio Perenne que nos permite seguir siendo Quienes-Somos, el origen de los talentos y virtudes, de las visiones que nos guían a crear y compartir, a forjar Destino, a avanzar hacia el futuro. 

El corazón es el Campo Fértil donde se colocan las semillas de las esperanzas más humildes y de las más desbocadas, que con laboriosa y dedicada pasión callada o con un furibundo frenesí ardiente, nos dedicamos a cuidar y dado el momento a cosechar, incluso a pesar de todo en contra.

El corazón es el Bracero Alquímico Primordial donde se vierten los misterios que gobiernan nuestros días en las dimensiones más extensas, -cósmicas, propiamente dicho- y las más recónditas, más allá del campo visible para el hombre, donde las realidades últimas y universales se encuentran de formas inimaginadas aun para nuestra ciencia más sutil, y que nos invoca, convoca y provoca a seguir en el camino que nos reúna con nuestro origen sideral. 

El corazón es Aliento Vital que anima nuestro paso por la Tierra, es el Indómito Vendaval que nos hace iracundos rebelarnos contra nuestra existencia que parece fortuita, hija del más azaroso sinsentido...o es el Hálito Delicado que nos inunda al final de un beso largamente anhelado, que nos otorga la Claridad Inefable de haber nacido para ese momento. 

El corazón es la Fragua Inflexible donde se forja a punta de adversidades, pruebas, desafíos, reveses e infortunios, la más poderosa de sus armas: la Voluntad, y es, por tanto, la fuente misma del valor y del coraje(1).

El corazón es el Manantial de la Compasión, pues siendo sede de tantas Nobles y Altas cualidades, de ¿dónde si no del corazón habría de surgir el dolernos de las desgracias ajenas, de los dolores de nuestros semejantes, de la penurias de los abandonados, de las pérdidas de nuestros queridos? Es este manantial el que no pocas veces parece secarse tras ser víctima repetida de los actos de injusticia y mezquindad a los que en sobradas y reiteradas ocasiones el mundo de los hombres descorazonados nos flagela, y he ahí que, para nuestro mayor asombro, siempre brota una Última Gota de Bondad, -si se lo permitimos-, para sanar nuestras propias heridas y las ajenas. 

El corazón es la Madriguera de la Esperanza, excavada a los pies del Árbol de la Fe, por cuyos túneles, -que más bien hacen las veces de venas- corre la savia verde y vivificadora que alimenta al Árbol y lo hace seguir reverdeciendo ante los más inexorables horizontes y los más ominosos presagios, porque su esencia es prevalecer. 


Así pues, es que os queda claro que el Corazón es encendido ni más ni menos que con la Chispa Divina del Cosmos, con sus mismos elementos originales y funda nuestra más contundente realidad, inaccesible a los cínicos, incomprensible para los arrogantes, clara para los humildes, evidente para los visionarios; por lo que cualquier intento por  acallar las verdades que nos dice, despreciar la intuición que nos otorga, violentar sus sagradas paredes, nos agrede en el lugar más íntimo de nuestro ser, lo que hace que poco a poco dejemos de ser nosotros mismo, y por aún quienes promueven esto, ciegos de ambición y codicia, de odio y de terror, de soberbia e insolencia comenten el más imperdonable de los sacrilegios y el peor pecado en contra de lo que nos une con el Universo.

Alejandro de Andúnië.




1. Del provenzal coratge, y este del latín medieval *coraticum1 , a su vez del tardío coratum, del clásico cor, "corazón". Fuerza del ánimo para enfrentar problemas o dificultades, en especial los que ponen en riesgo la propia integridad. Fuente: https://es.wiktionary.org/wiki/coraje

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