El día de la noche más oscura.
Este es el día de la noche más oscura de mi vida. Hoy hace un año estuvo en peligro mi vida. 72 horas en terapia intensiva. Procedimiento quirúrgico y 10 días en el hospital. Si bien había ya tenido otros accidentes, nunca había tenido uno como este. El shock que significó para mí y mi familia fue enorme. Pareció para todo mundo más angustioso de lo que fue para mí, quien trataba de hacerme una idea de la magnitud de los hechos por las expresiones de los demás a mi alrededor, lo que de algún modo en lugar de espantarme me intrigaba. Incluso la displicencia errónea de una enfermera que me encomendaba a no sé qué divinidad me resultó más bien molesta que angustiante. No nos las damos de valientes, más bien la curiosidad nos sirvió de escudo ante lo inefable y disminuyó inicialmente su impacto. Pasamos todo con un cierto estoicismo, con mucha resignación, como quien sabe que la sentencia es injusta, pero la afronta con serenidad para no perder la poca dignidad que le queda a un ser vapuleado por lo inesperado y aún sin elementos para indignarse por inmerecido. Inicialmente, dije.
Fue una estancia triste, llena de incertidumbre, confrontado a cada rato por la extraña solicitud del personal médico tan preocupado por el cuerpo y tan indiferente con el alma. Es demasiado para ellos, supongo. Mas ahí, en los fríos pasillos la presencia de la familia siempre fue constante. ¡Oh dioses de los lobos! ¡Qué dicha y qué bendición fue contar con ellos durante todo ese trance y cuán agradecido estoy con ellos y con la vida por su abnegado y generoso acompañamiento esos días -y sus noches- por sus desvelos, sus malpasadas, sus dolencias! Ahí hay prueba de un amor incomparable cuyo deseo de bienestar nunca se expresó con palabras y siempre con generosos y amorosos actos, amor y compañía que deseo de vivo corazón a nadie le falte.
Y en completa honestidad, sin exagerar ni hacer menos la grave situación que atravesamos, nunca pensamos que ahí nos quedaríamos. A pesar de la reserva médica, que ni alienta ni inquieta, sino que deja en las mismas, siempre tuvimos la sensación de que esa estancia era de paso. Obedecimos cada indicación y cada regla movidos por el temor, pero también, por la esperanza, esperando el día en que regresaríamos a casa. Y regresamos un 30 diciembre y el calor de nuestra cueva resultó tan reconfortante tras estar en la gélida Toluca, y aunque todo era incertidumbre, me dispuse, necios como animales de hábitos que somos, a volver a mi rutina lo mejor que pude. No fue fácil, hubo muchas reminiscencias, aún quedan algunas, pero el calor de corazón, la fuerza de la imaginación, la pasión de mi esperanza es más fuerte.
Fortaleza, si algo hemos sacado de todo esto es fortaleza, humanidad y compasión. Una sensación de que la vida no es gratis, de lo momentáneo de la existencia, del constante "está por verse" de todo acto humano. Nos ha traído una sensación de paz, de buscar estar en paz, de ser más sabios, de no gastar energías ni esfuerzos neciamente, sino aprovechar el tiempo en lo esencial y lo necesario, no dándonos el lujo de malgastarlo. No se aún si esa experiencia es algo que agradecer, algo me dice que no, porque no hicimos nada para merecerla, pero los aprendizajes obtenidos nos son altamente preciados, nos hicieron ser más quienes somos y a apreciar con mayor fuerza el Don de la Vida y afirmar con valor que si seguimos aquí es porque aún tenemos mucho qué hacer, qué aprender, qué compartir, qué ayudar, qué disfrutar y amar, amar sobre todo.
Si, nos sentimos "survivors", y en efecto, lo somos. Privilegiados sin duda, porque nuestra perspectiva de vida ha cambiado y hemos tenido que aceptar e incorporar esos cambios, no obstante, pudo haber sido peor. Pero no lo fue. Aquí estamos, mucho más recuperados de lo que se pronosticaba y con grandes y racionales esperanzas, pues nos cuidamos y nos apapachamos. Sobrevivimos. Seguiremos por mucho tiempo dirigiendo a las jaurías de lobos y seremos felices siguiendo el camino del lobo dignamente los días que nos resten.
Gracias Vida
Alejandro de Andúnië.
Comentarios
Mi hermano se armas
Gracias por seguir con vida
Mi hermano de armas
Gracias por seguir con vida