Las Reales Navas Imperiales de Teluro
Teluro mira al sur y al oriente
hacia el mar. En la parte suroccidental de su litoral fueron erigidas
las Reales Navas Imperiales de Teluro, un puerto franco para la
navegación y el intercambio, más no solo el comercial. En las Reales
Navas Imperiales se intercambian vivencias, experiencias, sabiduría de
vida.
A quien por primera vez llegara a
las Reales Navas le sobrecogerá el interminable fluir de gente y
navíos. Gente de todas partes, navíos de todos tipos. Estos Puertos son
francos y abiertos, no se juzga a nadie por sus intenciones, sino por
sus actos. Esos hablan por si solos. Aquí los actos generosos no son
los que hablan de la riqueza material del viajero, sino sus actos de
compartir sus historias, sus emociones y sus deseos. A veces las Reales
Navas están casi vacías, otros días rebosan de viajeros, mercancías y
naves. Fluyen con el Lifestream, nunca demasiado tarde, sólo a su tiempo.
La bitácora de las Reales Navas
bastaría para llenar bibliotecas enteras con cada historia, cada sueños,
cada dolor, cada aprendizaje, cada consejo, cada discusión que fue
registrada por el Visir del Puerto, el que en nombre del Emperador da la
bienvenida a los que llegan a la Capital del Gran Imperio. Sin embargo,
muchos de los que vinieron buscando audiencia con el Emperador no lo
consiguieron, en cambio muchos que ni la buscaron la tuvieron: Su
Majestad gusta de pasar inadvertido entre las gentes del Puerto y ser el
mismo quien converse y juzgue los corazones. De este modo las historias
registradas en la Bitácora sólo son las verdaderas. Los oportunistas,
los mentirosos, los cobardes no pueden dejar su historia aquí, no tanto
porque no se los permita el Emperador, sino porque a fin de cuentas no
tienen una historia, una canción, un verso, un temor, una verdad que
contar. Los que no se conocen a sí mismos, los que huyen de su libertad,
los que no saben amar ni se dejan amar, los que engañan y manipulan,
los que buscan el poder o el dinero no tienen cabida en un Puerto creado
para confrontar a cada quien con su riqueza o su pobreza.
Tal y como te ocurrió a ti. Tú
que conseguiste una audiencia con el Emperador y no asististe por sabrá
la Vida quién sabe qué y cuántas dudas. Tú que postergaste ese
encuentro. Tú que en la vera de los Puertos al Palacio del Profundo
Misterio hiciste caso de temores y habladurías. Tú que le diste más
valor a lo trivial y despreciaste lo invaluable que ofrece este puerto.
Tú que dudaste, dudaste en el fondo de tí. Fue en tu persona en quien
no confiaste y le echas la culpa a otros. Tú que ahora mismo titubeas y
no sabes la diferencia entre la lealtad y la fidelidad, sabe que la
verdadera fidelidad siempre es con uno mismo y su ausencia es la raíz de
la hipocresía, el cinismo, la cobardía y toda forma de pesimismo y
germen, pues, de la derrota. Es falta de fe y falta de valor. Y dado que
no has tenido el valor de irte ni de quedarte, aquí he de dejarte yo.
Este puerto seguirá abierto a ti y a todos los cansados viajeros que
necesiten refugio, a los exploradores, a los que busquen consejo y
consuelo, a los que busquen inspiración y conocimiento, pues esa es su
misión y para eso fue creado; pero para llegar aquí --y permanecer
aquí-- todos sin excepción habrán de ser guiados por un Deseo Verdadero y
sostenidos por su Valor y Coraje. Han de querer estar aquí. Por eso no
hay otra manera de que sus historias sean inscritas en la Bitácora del
Puerto.
Entiendan esta lógica: nada es más importante que los Verdaderos Deseos, (el Amor, la Libertad, la Fe, la Esperanza y los específicos de cada quien), pero si en tus actos se revela como lo importante todo lo demás, lo mundano, lo trivial, lo habrás perdido todo y no tendrás nada que intercambiar en la Reales Navas. A estos Puertos Mágicos, sólo te puede traer un Deseo, la más pura expresión de la autenticidad del ser.
Entiendan esta lógica: nada es más importante que los Verdaderos Deseos, (el Amor, la Libertad, la Fe, la Esperanza y los específicos de cada quien), pero si en tus actos se revela como lo importante todo lo demás, lo mundano, lo trivial, lo habrás perdido todo y no tendrás nada que intercambiar en la Reales Navas. A estos Puertos Mágicos, sólo te puede traer un Deseo, la más pura expresión de la autenticidad del ser.
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