Los Amigos de la Guardia Baja


La naturaleza de la amistad, en su unicidad universal, presenta numerosas formas y niveles, pero todas tienen en común que son una especie de voto: yo esteré ahí para ti y tú estarás ahí para mi. Es un asunto de reciprocidad de muchas formas y alcances, variadas según las edades, las culturas, pero teniendo todas por igual dicho voto de sinceridad y entrega fraterna.

Entre esas formas están las amistades que se forman por una contingencia que funda una comunidad en torno a la problemática y mediante la empatía se acercan las personas, pero acabada la contingencia las almas retornan a sus respectivas vidas. También están las enigmáticas amistades "del cruce de caminos" personas entrañables que llegan en momentos particularmente complicados de nuestra vida y cuya función es ayudarnos a sortear las crisis y luchar contra la tormenta. Pueden estar cinco minutos, unas horas o unos días y luego irse, pero por corto que haya sido el tiempo su presencia dejará más honda huella que muchas personas con las que habremos de pasar años enteros. 
También, tristemente, están los falsos amigos, los que no honraron el voto, lo que desdeñaron el inmenso don de una amistad y cobardes, cínicos, oportunistas o arrogantes (o todo eso junto) defraudaron la confianza y presa de la toxina del egoísmo pasaron encima de cuanta promesa pudieron haber hecho. No diré más que simplemente en el fondo estos nunca fueron realmente nuestros amigos

Existen, sin embargo, entre todas los tipos de amigos una cierta categoría a los que, por diferentes circunstancias, todas ellas ligadas a la confianza, les hemos permitido el acceso al círculo más interior de nuestra experiencia vital, el círculo de las confidencias vergonzosas, los temores más oscuros, los dolores más contritos, las más caras ilusiones, las aventuras más hilarantes; de los triunfos y derrotas de mil y un batallas del amor; de las muchas canciones del soundtrack de las vivencias compartidas, los sabores de comidas regias de fondas y tacos de la madrugada, de los estratagemas escolares, cambios de imagen, invasiones a la casa recién estrenada, de las enfermedades y las convalecencias. Son, sin lugar a dudas, membresía privilegiada que ha sido conquistada con la llave preclara de la simpatía, la afinidad cósmica, el respeto patente y la confianza, sobre todo confianza, que los ubica en uno de los lugares más especiales de la vida, a la par que la familia pues se dice que son los hermanos que nos permitimos elegir.

Por ello es que llamo a este selectísimo grupo con un singular título: los Amigos de la Guardia Baja, pues con ellos no hay necesidad de estar a la defensiva y podemos ser tal cual somos. No hay necesidad de ninguna pretensión, de ninguna pose, de ninguna artificiosa fortaleza, se pueden exponer la fragilidad y la duda sin temor a ser lastimados. Los Amigos de la Guardia Baja son muy pocos en la vida y eso es a la vez regocijante y triste: es un regocijo equiparable a muy pocas cosas en la vida contar con un "valedor" a toda prueba, un "hermano del alma", un verdadero "mejor amigo", pero es triste ver que la sociedad moderna cada vez da menos espacio a este don y promueve la paranoia y la excesiva desconfianza como formas de relación (qué paradoja) entre las personas. El valor y la importancia de una amistad así en inconmensurable: consuela, orienta, modela, acompaña, modera, alienta, acota, protege, regaña, confronta, responde, comparte, genera, crea, calma, esclarece, resuelve, apoya, conforta, guía, soporta, asiste y en pocas palabras nos ayuda ser quienes somos y ser una mejor versión de quienes somos.

Los Amigos de la Guardia Baja no están exentos de cometer errores, de lastimarse o de tener diferencias, pero la honestidad y respeto que subyace a su encuentro los hace muy resistentes a estas normales vicisitudes de vida cotidiana, pues el andamiaje es más profundo dado sus componentes: sana y simple confianza. No es necesario ir por la vida señalando quienes son tus Amigos de la Guardia Baja, entre ellos saben reconocerse y a fin de cuentas su valor esta en su vivencia no en su promoción, pero sin lugar a dudas, ante una realidad caótica, cada vez más agresiva y confusa, contar con un amigo ante quien uno puede ser tal cual es sin esperar ni ataques, golpes bajos, ni condenas, se vuelve un don indispensable que muchos desean, pero que pocos están dispuestos a ser, porque para ser un Amigo de la Guardia Baja, exige mucho de uno, pero a la vez muy poco, simplemente hay que ser uno mismo y eso muy pocos lo logran hacer.

Así pues hagamos un homenaje a ellos que a pesar de desalientos y decepciones saben que vivir el don de la amistad es algo que no se pueden privar por unos cuantos que no supieron honrar el voto de la amistad, porque si no hubieran tenido la fuerza para seguir confiando no serían nuestros Amigos de la Guardia Baja. A uds les dedico este escrito con profunda gratitud y cariño. Salud


Alejandro de Andúnië

GS, JH, RA, FL, MI, YS, FV, BM, PC, DG, CC, HS.

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