El arribo a la adultez
Ciertas
almas parecen siempre estar solas. Las puedes ver reír en una fiesta,
brincar en un concierto, discutir apasionadamente un punto de vista,
crear versos que traspasan el corazón, las verás en medio de un estadio
lleno, pero siguen estando solas.
Y
se sienten muy solas. Ellas le hablan a la luna, que es la única con la
fortaleza suficiente para sostener su corazón y abrirle completamente
sus sueños, pasiones y deseos. Tan fuertes son todas ellas. Persiguen
sus sueños con febril emoción, con infantil inocencia, con excitante
libido, son un abanico abundante de inteligencia, sensibilidad y
ternura. Pecados en el mundo machista, como señalamos días atrás. Por
ello fácilmente puede sentirse heridas, incomprendidas, fuera de lugar o
que no encajan con el entorno, lo que no es tanto problema. El entorno
que hemos creado los humanos difícilmente es compasivo con nadie, a
menos que pierda su identidad y se amolde a sus exigencias. Ya Marx
había llamado a eso enajenación cultural. Y si a algo le temen estas
almas solitarias es a eso, a perder su identidad, a ser enajenadas de sí
mismas.
Es
tan díficil para estas almas la vivencia emocional, la vivencia de sí
mismos, pues en verdad que muchas veces se hallan solas frente a las
decepciones, las mentiras, las iniquidades, las ausencias, las pérdidas.
Sin un otro que coincida en su vivencia del mundo ésta fácilmente se
desborda, inunda toda percepción y termina por causar más angustia de la
necesaria. Algo que no padecen (pero que en secreto anhelan) los
hombres machistas por ejemplo, lisiados y amputados de su sensibilidad y
vivencia emocional. Algo que no padecen los narcisistas, al menos no
así, pues ni siquiera les preocupa la presencia de otros, salvo para
considerarlos culpables de todo lo malo que les pasa y dirigirles su
odio y su venganza. Algo que no padece la gente real, pues no suelte
tener emociones reales.
Por
eso qué hermoso es cuando estas almas encuentran --y coinciden-- con
otra alma solitaria. En sin duda un evento designado cósmicamente. Algo
que sólo entre estas almas se entiende. El gozo, el júbilo, la
alegría, la esperanza, la fe, el valor, la plenitud, del almas de por sí
plenas, que sienten es avasallador, (las personas normales suelen huir
en estos casos, o solo quedarse embobadas con su resplandor sin
atreverse a tocarlo). Pero, en igual proporción, no hay tragedia más
grande que cuando sus ilusiones se malogran y sus fantasías terminana
frustradas. En estas ocasiones pueden rodearse de un manto de oscuridad
para protegerse, para alejarse del dolor, y son temibles en tales
momentos, pero no son demonios, sino almas poderosas redefiniendo sus
límites.
No,
de ningún modo esta es una apreciación fría y distante, vista por algún
científico que nunca ha vivido tal torrente de emociones. Mucho menos
una calculada ironía burlona y mordaz. Muy por el contrario. Pues entre
esas almas solitarias esta la mía. Por eso, no creo que sólo la Luna sea
capaz de comprender y compartir tus emociones, y de ningún modo
considero futil o innecesaria la pléyada de emociones a veces
contradictorias que significa vivir el mundo desde tan singular mirada.
En
este, mi arribo a la adultez, observo esperanzado que la fantasía, la
magia y los sueños, --el aire que respiro--, siguen aquí conmigo, que no
hay por qué renunciar a ellos, pues son mi mirada y mi ser en el mundo;
que las pasiones vuelven a dirigir mi vida, pero que no me pueden
chantajear ni ellas ni con ellas; que la espontaneidad y la intución
son mis mejores compañeras de viaje; que las tentaciones de la
desesperación ya no me engañan tan fácilmente y que estoy solo y abierto
para lo que me traiga la vida, en libertad y habiendo sabido sobre la
soledad. Abro mi corazón, sin ingenuidad, pero con honestidad, sin
segundas intenciones, lectura entre líneas o letras chiquitas. El
mensaje es simple: estoy aquí, nunca me fui, sigo deseando.
Si
la Luna es la única que puede comprendernos, hablémosle más a la luna,
sin amarguras ni rencores, sino con sencillez y compasión, (suficiente
daño hace el mundo para ayudarle nosotros con ello) y oíremos nuestro
mutuo llamado. No tenía idea de todo lo que le has dicho a la luna,
apenas hoy lo supe. Nunca dejarán de sorprenderme las coincidencias. En
la distancia no dejamos nunca de estar unidos por tanto sentimiento.
Incluso en caminos distintos. Esa es nuestra magia. Es un hecho claro y
contundente, que no se puede negar y que no tengo ningún temor de
aceptarlo, todo lo contrario, es algo de lo que me siento orgulloso,
feliz y responsable.La pregunta es qué pasará ahora. Por mi parte creo que sigue siendo el mismo camino, es sólo un tramo nuevo. Inicia un nuevo capítulo en la historia. Y quiero que estés cerca en este nuevo camino. Con la mente clara y el corazón abierto. Estoy sorprendido de cuánto he esperado este nuevo inicio. Así que solo me queda esperar tu respuesta, y cualquiera que esta sea, que te quede claro, siempre contarás conmigo.
Alejandro de Andúnie DR. 2010
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